2. Introducción


2.    Introducción

La Oncología Radioterápica es la especialidad médica dedicada al uso de las radiaciones ionizantes en el tratamiento de las enfermedades malignas (y ocasionalmente patologías benignas), solas o en combinación con otras modalidades, así como a la investigación de las bases biológicas y físicas de la radioterapia. La importancia de la radioterapia en la práctica oncológica es innegable. Más del 50% de los pacientes con nuevo diagnóstico de cáncer necesitan radioterapia, asociada o no a cirugía y/o quimioterapia. Si consideramos que a lo largo de la evolución de su enfermedad la requerirán otro 30 %, la cifra alcanza más del 80 % de los enfermos neoplásicos. Además existen otras patologías benignas, adenomas hipofisarios, timomas, Cushing, artritis reumatoide, espondilítis anquilosante, etc. que se benefician de ella. El tratamiento multidisciplinario del cáncer, ha conseguido aumentar el número de curaciones en las últimas décadas.

El principal objetivo de la Oncología Radioterápica es administrar una dosis precisa de radiación a un volumen blanco definido, produciendo un daño lo menor posible en los tejidos sanos circundantes. Con ello se persigue la erradicación del tumor, mejoría de los síntomas o la paliación.

Podemos diferenciar el tratamiento radioterápico según la intención del mismo en:

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Radioterapia paliativa: Los síntomas que producen disconfort o impiden la autosuficiencia del paciente son paliados, a pesar de que la esperanza de vida sea escasa.
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Radioterapia curativa o radical: Se persigue la erradicación de la enfermedad tumoral, permitiendo al paciente una prolongada supervivencia.

Según el momento de la administración del tratamiento y su posible combinación con otras terapias, podemos diferenciar:

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Radioterapia exclusiva: Es el único tratamiento curativo que se va a administrar, como por ejemplo, en el tratamiento radical de los tumores glóticos precoces.
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Radioterapia adyuvante: Se administra después de otro tratamiento radical, como es el tratamiento quirúrgico. Un ejemplo sería el tratamiento radioterápico complementario tras una cirugía conservadora en estadios precoces del cáncer de mama.
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Radioterapia preoperatoria: Se administra antes del tratamiento local radical quirúrgico y persigue la reducción de la enfermedad a nivel locorregional, con el intento de permitir una cirugía más conservadora. Una localización habitual es el tratamiento preoperatorio del cáncer de recto, para permitir el mantenimiento del esfínter.
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Radioterapia concomitante a otro tratamiento sistémico, que permite tratar simultáneamente la enfermedad local y las posibles micrometástasis, gracias a una colaboración espacial, o la sensibilización de los tejidos a las radiaciones ionizantes (tratamientos radiosensibilizantes).

Según la localización de la fuente radiactiva en relación al paciente podemos diferenciar:

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Radioterapia externa: En ella, la fuente de radiación se sitúa a distancia del paciente. Precisa de equipos grandes, precisos y específicos para su administración.
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Braquiterapia: La fuente de radiación se sitúa en las proximidades del tumor.

Según el tipo de fraccionamiento utilizado, podemos distinguir:

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Fraccionamiento convencional o estándar: 1.8-2 Gy/día, 5 días/semana ó, es el que consigue un mejor índice terapéutico en la mayoría de los tumores. Dosis totales de 50 a 70 Gy en 5 a 8 semanas.
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Hiperfraccionamiento: 115-120 cGy x 2 veces/día, 5 días /semana. Cada fracción debe estar separada de la anterior más de 6 horas. Las dosis totales pueden alcanzar los 80 Gy. La finalidad de este fraccionamiento es disminuir los efectos tóxicos tardíos aumentando la eficacia sobre el tumor y conservando los efectos tóxicos agudos del tejido normal. Aumentando la dosis total en algunas localizaciones tumorales como mama, cabeza y cuello se consigue un mayor efecto antitumoral, pero gracias al hiperfraccionamiento la toxicidad tardía se mantiene dentro de límites aceptables. Prolongar el tiempo de tratamiento favorece a los tejidos poco proliferativos y daña más a los tejidos de proliferación rápida, permitiendo una reoxigenación de las células hipóxicas. Un aumento en el número de fracciones disminuye la posibilidad de reparación del daño subletal en las células tumorales, permitiendo la redistribución de las células en el ciclo celular entre fracciones. La dosis total administrada habitualmente es mayor que la que se alcanza con fraccionamiento convencional.
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Fraccionamiento acelerado: Se diferencia del anterior en que las dosis por fracción son convencionales, pero se administran dos fracciones diarias para alcanzar la misma dosis total (60 Gy) en la mitad de tiempo. La dosis de 150-200 cGy x 2 veces/día, 5 días/semana, acorta el tiempo de tratamiento y nos permite aumentar la eficacia en tumores rápidamente proliferativos.
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Hipofraccionamiento. 300, 400, 500 cGy/día x 2 a 10 días. Se utiliza en tumores específicos como el melanoma y es muy útil en tratamientos paliativos donde, debido a la corta supervivencia esperada, o a la urgencia del caso en que se necesita conseguir una destrucción tumoral muy rápida, no importan tanto los efectos tardíos, crónicos, que aparecen en mayor medida con este tipo de fraccionamiento. Ejemplos: 10 a 12 fracciones de 300 cGy, 5 fracciones de 400 cGy, 300 cGy tres veces a la semana, 800 cGy en una única sesión.
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Otras variedades: fraccionamiento acelerado modificado, el split-course, etc.