2.4.2 Diagnóstico Y Estudios De Extensión


2.4.2     Diagnóstico Y Estudios De Extensión

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Historia clínica y exploración física.
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Hemograma, VSG (los niveles de VSG y otros reactantes de fase aguda pueden estar elevados), ácido úrico, bq hepática y renal; LDH y ß2-microglobulina (son importantes marcadores pronóstico en los linfomas), proteinograma, ionograma.
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Radiografía de tórax PA y lateral.
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TAC abdominal y pélvico.
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Biopsia mélula ósea.

En casos seleccionados se van a realizar una serie de pruebas adicionales:

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Clínica neurológica/infiltración médula ósea: punción lumbar ± TAC
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Infiltración anillo linfático de Waldeyer: estudios gastrointestinales
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Masa bulky: gammagrafía con Ga, para seguir evolución (poco valor en enfermedad abdominal)
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P.E.T. como en el Linfoma de Hodgkin

El diagnóstico se realiza tras el estudio anatomopatológico de una biopsia tisular que, siempre que sea posible, ha de incluir un ganglio linfático. La PAAF no suele ser adecuada para el diagnóstico inicial, mientras que los estudios inmunohistoquímicos, técnicas de biología molecular y la citogenética contribuyen de manera significativa a un diagnóstico correcto.

Una vez realizado el diagnóstico se procederá al estudio de extensión de la enfermedad según la clasificación por estadios de Ann-Arbor. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que esta clasificación fue diseñada para la enfermedad de Hodgkin, que con frecuencia está localizada y en la que el estadio determina el tratamiento a seguir. En los LNH no tiene tanta trascendencia terapéutica, ya que la mayoría se encuentra en estadios avanzados cuando se diagnostican, siendo la quimioterapia el tratamiento de elección y la aplicación de radioterapia limitada.