2.3 Monitorización de la EMR en el seguimiento evolutivo de la patología oncológica

2.3       Monitorización de la EMR en el seguimiento evolutivo de la patología oncológica

Aún no está claro cuál es el mejor momento para estudiar la EMR. Sin embargo, en la leucemia linfoblástica aguda la mayoría de los investigadores creen que debería realizarse su estudio al final de la inducción, al final de la consolidación, a los 12 meses de tratamiento y tras finalizarlo, porque es un buen predictor del curso clínico de la enfermedad y permitiría adoptar actitudes terapéuticas en consecuencia (López et al., 2004).

La EMR es un factor predictor de supervivencia libre de enfermedad. Cimino et al. (2000) estudiaron 25 pacientes con leucemia linfoblástica aguda. La presencia constante de EMR o la reconversión de EMR de no detectable a EMR detectable en pacientes con tentativa de remisión clínica completa al final de la dosis alta de inducción y consolidación de la terapia fue predictivo de recaída. Sin embargo los pacientes que permanecían con EMR no detectable durante los tres a seis primeros meses siguientes al diagnóstico, parecían tener una supervivencia libre de enfermedad elevada. Los autores concluyen que la EMR puede tener un valor altamente predictivo de supervivencia libre de enfermedad. Se ha observado en pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas, cáncer colorrectal, cáncer de mama, cáncer gástrico o cáncer de esófago, que la presencia de EMR acorta significativamente el período de supervivencia libre de enfermedad (Pantel et al., 2000).

Los pacientes con células tumorales diseminadas en la médula ósea que proceden de cánceres primarios como mama, gástrico, de pulmón de células no pequeñas o de células pequeñas, tienen una supervivencia total menor que la de los pacientes que no tienen estas células (Pantel et al.,2001). Otros estudios demuestran una relación entre el nivel de EMR y supervivencia libre de enfermedad, tanto en el curso temprano de la enfermedad (Bruggemann et al., 2006) o después (Gameiro et al., 2002). Algunos investigadores demostraron que una EMR $ 10-2 blastos después de una inducción intensiva de quimioterapia era el mayor predictor independiente de recaída temprana, y que EMR $ 10-3

se asociaba a tasas de recaída aun mayores (Zhou et al., 2007). Sin embargo hay estudios en los que pacientes con EMR no recaían (Roberts et al., 1997). Debido a estas observaciones, los investigadores concluyen que hay un umbral del nivel de EMR clínicamente relevante, por encima del que los pacientes probablemente recaerán (Cave et al., 1998).

Aunque no se detecte EMR no se puede garantizar la curación del paciente, pues pueden existir falsos negativos. Las técnicas basadas en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) pueden tener falsos negativos, por ejemplo por una evolución del clon leucémico. Este problema podría ser solucionado por un estudio de citometría paralelo al de la técnica basada en la PCR (Kerst et al.. 2005). Este tema será tratado con mayor profundidad cuando expliquemos los métodos de detección de la EMR.